Que frío el andar del suspiro
haciendo clamor con las manos,
como cuando sacudes torpezas
y las sacudes en sátiras
Que templado el toque desnudo
haciendo frenesí con la lengua,
como cuando destejes sedas
y las destejes en tiras
Que cálido el albor de la mirada
haciendo fuego con los labios,
como cuando comes palabras
y las comes en brazas
Que abrazador el libido del gemido
haciendo chispa con la furia,
como cuando alteras doctrinas
y las alteras en trazas
Que familiar la insólita evocación
haciendo mella con la memoria,
como cuando extrañas personas
y las extrañas en oleadas
Porque ahora abordar el agobio intrínseco
es la certeza de almas inconmensurables
que convergen en los lienzos de las piernas,
cuando la entraña se recubre de paz
para estrecharse extraños y latentes,
en el espíritu sensible de nuestra libertad.
Sensible y latente
- lunes, 4 de abril de 2011
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